8.4.06

LA RUTA DEL TAMBOR Y DEL BOMBO

Luis Buñuel en Calanda (Teruel)
"Otro recuerdo infantil es el singular redoble de los tambores de Calanda, una antigua tradición de la Semana Santa aragonesa que Buñuel admiraba. Los tambores se pueden escuchar en La edad de oro, Nazarín y Simón del desierto"
Tras casi un mes de silencio en estas líneas retomo el teclado justo cuando redoblan los tambores. Marzo ha sido ventolero, cálido, venturoso, frenético y voló raudo en el calendario. Semana Santa retumba la noche en sus procesiones. Nadie se puede hacer idea de lo que es, hasta que no lo vive. Te tiembla todo, te vibra el corazón, las tripas, todas las vísceras, te tiembla el alma. La Semana Santa en Aragón son los tambores, el rugido que hace temblar la tierra cuando se rompe la hora.
De niña me gustaba sentarme en el bordillo de las aceras para, al pasar la procesión, sentir más intensa la vibración que te retumba dentro y se confunde o supera en duelo al propio latido, prefería siempre las calles estrechas en las que se amplifica el sonido y el retumbar ensordece. Es algo impactante sentirlo desde fuera. Desde dentro puedo imaginarlo al ver las manos y los nudillos que sangran sin dolor, del esfuerzo repetido, de golpear el mazo con pasión contra el bombo y la piel que se tiñe y va cambiando su color al rojo con las horas de la pasión.
Buñuel conoció y sintió toda su vida esa pasión del Bajo Aragón (Teruel), en su Calanda natal. La Semana Santa en Aragón no es de florituras, es de fuerte emoción desbordada en ruido, en miles de golpes secos, rítmicos repetidos al unísono y lanzados al viento, como un reto al dolor, un aullido a la muerte que trasciende en los tambores más allá de los montes.

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