He de reconocer que el fútbol no me gusta, pero es una alegría ver el estallido de entusiasmo que produce que haya ganado España en el partido contra Rusia. La calle se ha convertido en una fiesta, que acompaña a la de la Expo. Todo el día se ha vivido con expectación y el partido era una cita ineludible para muchos, el que más o el que menos había quedado para verlo con los amigos y echar unas cañas en el bar, en casa, incluso en la Expo.
En muchas ventanas se hacia gala de un españolismo, colgaban banderas y estandartes, que hacía mucho tiempo que no se respiraba. La ciudad, la nación se ha paralizado emocionada (y unida) tras un balón, que de manera general representa a la tribu, nuestra tribu, y esa emoción ha estallado con la victoria. La explosión ha rivalizado con los fuegos artificiales de cualquier fiesta, ha ganado España, hemos ganado todos y casi todos se han echado a la calle a celebrarlo. Bocinas, coches, banderas,gritos y cantos, incluso algún remojón como en la Plaza Roma (los más aguerridos y valientes se han echado al agua y dado unas brazadas)
La noche es joven y la celebración continúa...
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