10.2.07

LIBERTAD DE EXPRESIÓN












Tras un gripazo de antología, dos semanas fuera de la circulación, regreso a mi entorno y veo con alegría que la justicia valora la libertad de expresión.


Transcribo la Editorial del Periódico de Aragón de ayer
09/02/2007
Juicio por la libertad de expresión
Los predicadores del oscurantismo han sentado en el banquillo de los acusados del Tribunal Correccional de París al semanario satírico Charlie Hebdo, que ha hecho reír a varias generaciones de franceses con su irónico descaro. Los argumentos aportados por los demandantes --la gran mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia-- tienen poco que ver con un presunto delito de injurias, por la publicación de las caricaturas de Mahoma aparecidas en un diario danés, y bastante más con su incapacidad para ajustarse a las reglas de juego de una sociedad laica y democrática. Si se quiere, con su negativa a admitir que en una sociedad abierta y defensora de la libertad de expresión, el profeta del islam está sujeto a crítica, como cualquier figura histórica, y la norma no admite excepciones.


LIBERTAD DE CULTO
Resulta una obviedad decirlo, pero merece la pena repetir que, en democracia, la crítica y el humor no entrañan falta de respeto o de consideración. En Francia, además, una ley de 1905 protege la libertad de culto de todos los credos y obliga al Estado a garantizarla desde la más estricta neutralidad, pero ni impone límites al ejercicio de los valores democráticos --la libertad de expresión es uno de ellos-- ni, por supuesto, excluye a nadie de la crítica. Por eso ayer, las principales figuras de la política francesa aunaron sus voces para defender el derecho de la revista a publicar las caricaturas en nombre de la libertad de expresión.

UN PULSO A LAS SOCIEDADES
También es obvio que la historia entera de las protestas que agitaron al mundo musulmán a principios del 2006 a propósito de las caricaturas de Mahoma --y costaron más de 50 vidas-- fueron un pulso a las sociedades liberales y una manipulación de los espíritus. Clérigos incendiarios y gobernantes ominosos unieron sus intereses para presentar las caricaturas como "un acto deliberado de agresión al islam", tal como ahora sostienen los demandantes. Por desgracia, las voces que en el orbe islámico se levantaron en favor de la libertad de expresión fueron entonces minoritarias y, lo que es más grave, corrieron riesgos inadmisibles frente a multitudes enardecidas.
De ahí la importancia de que en el ambiente sereno de una sala de justicia de París haya quedado a salvo la cordura democrática. Como ha dicho Philippe Val, director de la revista Charlie Hebdo, solo los legisladores elegidos por los ciudadanos están legitimados para dictar normas que afecten al ejercicio de las libertades. Aceptar un mecanismo paralelo para que los líderes religiosos --del islam o de cualquier otra confesión-- impongan sus propias pautas sería tanto como renunciar a las Luces y aceptar el chantaje de los inquisidores.

1 comentario:

Magda Díaz Morales dijo...

Feliz día del amor y la amistad, querida Ángela.